Esta celebración marca el inicio de la Semana Mayor y es una de las más emblemáticas manifestaciones que se profesan tradicionalmente en los pueblos y ciudades de Venezuela, mas aún en las regiones andinas, vale decir en Mérida, en donde esta fecha supone un especial apego a la familia y al acercamiento a la vida espiritual.
En el sector de El Páramo de la Culata, una comunidad bordeada por montañas y cultivos, sus habitantes, encabezados por el sacerdote de la parroquia, se prepara con anticipación para celebrar la Semana Santa. Los habitantes de la zona caminaron en una nutrida procesión hasta la iglesia de la parroquia, con sus ramos en alto, precedidos por un joven de la comunidad, que representó a Jesús de Nazaret.
Alí Avendaño, agricultor de oficio, comentó que desde el jueves de la semana pasada, una pequeña comisión, guiada por el padre de la parroquia, partió rumbo a la montaña, para recolectar la tradicional palma, que rememora los ramos con los que los pobladores de Jerusalén aclamaron a Jesús.
Por otra parte, la religiosa Celina de Vasconcelos, al reflexionar sobre el Domingo de Ramos comenta “Jesús fue aclamado mientras hizo milagros, luego fue traicionado, esto nos recuerda momentos en que el ser humano en su vida cotidiana alaba el poder y el saber; el señor vino a darnos otro mensaje, en la vida hay que tener compromiso verdadero de solidaridad y amor”.
Para Sandra Altuve, caraqueña de nacimiento y con catorce años de residencia en la región, la celebración de la Semana Santa “Debe reafirmar la paz para todos los venezolanos”.
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