El Pontífice señaló que los recientes esfuerzos de la comunidad internacional, aunque aún no hayan dado un resultado, “demuestran la intención de identificar un Presidente que lo sea para todos los libaneses y poner así las bases para superar las divisiones existentes”.
El Papa señaló, sin embargo, que subsiste la preocupación por “la violencia verbal” y por “quienes ponen su confianza en la fuerza de las armas y en la eliminación física de los adversarios”.
El Santo Padre se unió finalmente al Patriarca maronita y los obispos libaneses en una súplica “a Nuestra Señora del Líbano, para que anime a los ciudadanos de aquella querida nación, y en particular a los políticos, a trabajar con tenacidad a favor de la reconciliación, de un dialogo verdaderamente sincero, de la pacífica convivencia y del bien de una patria profundamente sentida como de todos”.
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