Por primera vez, los congresistas aprobaron un manifiesto, Con esperanza. Dice en el párrafo central: "No podemos dejar de denunciar que en la España actual no se respeta el sacrosanto derecho a la vida, ni en las inicuas leyes del aborto y de la eutanasia ni en los no menos inicuos proyectos del suicidio asistido y de la manipulación abyecta de las fuentes de la vida humana. En la España actual no se respeta como es debido a la familia y a sus valores ni el único matrimonio verdadero; no se respeta el inalienable derecho que los padres tienen a educar a sus hijos según sus propias convicciones religiosas y morales".
Pese al título central del congreso -Cristo, la esperanza fiable-, los propagandistas católicos se han expresado con gran pesimismo sobre el trato que recibe su confesión en España. "Nos sentimos injustamente tratados", proclamó Alfredo Dagnino. Poco más tarde se mostró más optimista: "Hemos conseguido que se advierta que el catolicismo español está despertando de su letargo. Poco a poco, las cosas están cambiando".
Pero el diagnóstico sobre la sociedad española fue muy sombrío. "Todo es negociable, todo admite componenda, nada hay sagrado, ni el derecho a la vida", denunció. En esas condiciones, "es el débil el que queda inerme ante los intereses del poder". El problema es, según Dagnino, "el contexto de laicismo ideológico" en el que se desenvuelve la sociedad occidental. Más de 1.400 personas han participado en el congreso. A esta cifra hay que sumar los más de 4.000 congresistas que han seguido los debates por Internet.
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