“Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones”
El Santo Padre recuerda esa invitación de Jesús a sus discipulos en la que los inviste con la misión entre todos los pueblos: «Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado». Para Francisco, el contenido de la misión confiada a los Apóstoles es el siguiente: “anunciar, bautizar, enseñar a caminar por el camino trazado por el Maestro”, es decir, “el Evangelio”.
El Pontífice asegura que este mensaje de salvación “implica en primer lugar el deber del testimonio, del que también nosotros, discípulos de hoy, estamos llamados a dar razones de nuestra fe”. “Ante una tarea tan exigente, y pensando en nuestras debilidades, nos sentimos inadecuados, como seguramente se sintieron también los mismos Apóstoles” dice el Papa, “pero no debemos desanimarnos” puntualiza, y nos pide que recordemos las palabras que Jesús les dirigió antes de ascender al Cielo: «Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo».
La promesa de Jesús
Además, explica que con la promesa de permanecer con nosotros hasta el fin de los tiempos, Jesús inaugura el estilo de su presencia en el mundo como el Resucitado: «Jesús está presente en el mundo, pero con otro estilo, con el estilo del Resucitado, es decir, una presencia que se revela en la Palabra, en los Sacramentos, en la acción constante e interior del Espíritu Santo” continúa el Papa. De hecho, dice, “esta promesa asegura la presencia constante y consoladora de Jesús entre nosotros”.
Pero, ¿cómo se realiza esta presencia? El Papa responde: “A través de su Espíritu, que conduce a la Iglesia a caminar por la historia como la compañera de todo hombre”. “Ese Espíritu que, enviado por Cristo y por el Padre, obra la remisión de los pecados y santifica a todos aquellos que, arrepentidos, se abren con confianza a su don”.
Vatican News
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